Posteado por: eltendido | 17 abril 2009

Precursores (II)

Ricardo Torres, "Bombita" y Vicente Pastor. Foto: Photospain.

Es criterio mayoritario entre los tratadistas taurinos que Antonio Montes -diestro sevillano nacido en 1876 y fallecido en enero de 1907, tras ser corneado por un toro en Méjico- supuso el primer intento serio de toreo artístico. La apreciación referida está plenamente fundada, pues el malogrado espada marcó pauta en la revolución belmontina.

Montes era un torero imprevisible, especialista en decepcionar a sus partidarios en tardes clave y conseguir triunfos sonados en los momentos menos esperados. Tal comportamiento provocó que, al principio, no se le reconociese con absoluta unanimidad la importantísima dimensión que le corresponde en la historia del toreo.

Había en este matador algo verdaderamente personalísimo: su inhibición del ambiente. Ello le hacía sumergirse plenamente en el trasteo con un resultado verdaderamente impresionante. Tal fenómeno no tendría nada de particular si su consecuencia no hubiera sido -como fue- la capacidad para el aguante frente a la arrancada del animal.

José María Calderón -que fue subalterno de Montes y más tarde el taurino que descubrió a Juan Belmonte– acompañó y explicó el toreo parado de Antonio al trianero, inspirando en el corazón de Juan el fundamental proyecto de convertir la lidia emocionante en el logro estético de nuestros días.

Por su lado, Ricardo Torres «Bombita« representa la otra figura que completa el prólogo del toreo moderno. Sus condiciones eran absolutamente adecuadas para tan importante inspiración: imponía su dominio sobre la res a la que ejecutaba siempre amplio repertorio, reconociéndosele valor y honradez profesional. Entendió también que debía aspirar a la belleza en el desarrollo de la lidia, porque tal circunstancia motivaba más su enfrentamiento con «Machaquito«. Ello permite considerar su tauromaquia -junto al sentido de las suertes en Antonio Montes- como un decisivo fogonazo del toreo que inmediatamente después haría brillar Juan Belmonte para siempre en el firmamento taurino.

Fuentes: «Las claves de la tauromaquia», Mariano Tomás Benítez. Ediciones Anthema. «El toreo dilucidado», Mariano Tomás Benítez. Grafbill, 1988.

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